lunes, 9 de diciembre de 2013

Talleres Mecha

Una gran historia detras de centenarias paredes, galpones y talleres...

Talleres Mecha F.C.O.

Fotos: Copyright - Caccioladesigns - Todos los derechos reservados.


La imponente 1567 y gracias a dios protegida por el Ferroclub Chivilcoy en Mecha.


La increible colonia ferroviaria de puro estilo ingles.


La proveeduria rodante del pueblo.


Detalle de la perfeccion de sus construcciones.


La inolvidable imagen del pueblo de Mecha.















Cuando el tiempo paro y sus miles de mecanicos ya no volvieron a trabajar....






Una reliquia a vapor se asoma protegida en un galpon...


De madera, este coche esta en proceso de restauracion. Dentro posee habitaciones, hogar a leña y sala de descanzo.




Historico!!, detalle del fabricante.




Vida de pueblo...


La reseña e investigaciòn:

El pueblo de Mechita tiene su origen en 1904, con la construcción de unos talleres ferroviarios para la línea Sarmiento del Ferrocarril Oeste. La ubicación del pueblo surgió de una discrepancia entre la empresa ferroviaria, en manos inglesas, y los dueños de los terrenos donde se ubicarían los talleres de Bragado. Al no llegar a un acuerdo comercial entre ambos, el Dr. Manuel Quintana, entonces Presidente de la Nación, se ofreció a donar los campos de su propiedad para destinarlos a la construcción de los talleres ferroviarios.
En 1908 se terminaron de construir los talleres, el depósito de locomotoras y unas colonias (viviendas) para el personal ferroviario.


En 1908 se terminaron de construir los talleres, el depósito de locomotoras y unas colonias (viviendas) para el personal ferroviario. La empresa ferroviaria envió empleados desde distintos lugares del país a esta localidad, esto fue el punto de partida para la formación de la población (italianos, españoles,  indues) . Debido a este crecimiento, en 1910 se inauguró la "Estación Mechita".
El origen del nombre, que también se le dio al pueblo, y el de otro sector de la localidad y de los talleres denominados Mecha, se deben al agradecimiento de la empresa a Quintana, cuya esposa e hija se llamaban Mercedes.
Si bien estaba situada en tierras aptas para practicar el cultivo y la ganadería, la actividad económica de Mechita se concentró casi exclusivamente en el depósito y reparación de locomotoras, además del movimiento que producía la estación misma. Históricamente, cerca del 95% de la población económicamente activa vivía directa o indirectamente del ferrocarril.

En 1950 vivían en el pueblo cerca de 5000 personas, y las 118 colonias de estilo inglés construidas inicialmente para los operarios ya en 1930 habían sido rebasadas con creces, lo que había provocado la ampliación de la planta urbana. En su época de esplendor, corrían entre 6 y 7 trenes diarios de pasajeros a la Capital Federal y viceversa, al igual que 13 trenes diarios locales a la ciudad de Bragado cuyo fin principal era transportar a los empleados que trabajaban aquí.

En el año 2000, sólo 11 de las colonias eran ocupadas por operarios ferroviarios. La crisis del ferrocarril, que en Mechita se comenzó a observar en la década de 1970, golpeó con lógica dureza a la vida de un pueblo con un perfil netamente ferroviario.
Si bien los talleres aún trabajan, una minoría de la población económicamente activa se dedica a dichas actividades: 58 personas reparan vagones. En la estación Mechita de pasajeros para un tren por día en cada sentido. El 60% de la población es mayor de 65 años. Una parte de la población (aún no contamos con datos precisos) está desocupada y otra se dedica al sector de servicios.
En 1980 vivían en Mechita 2.400 habitantes; en 1991 habían descendido a 2.028 personas; y en la actualidad, según el Censo 2010, viven unas 1826 personas.

Interesante curiosidad:
Cuando los Ingleses instalaron los talleres en Mechita allá por el año 1906 se encontraron con que las aguas del pueblo eran duras entonces de vieron en la necesidad de instalar una central depuradora, mientras se iba produciendo el tratamiento, el agua era arrojada a un tanque que se encuentra a unos metros de la sala y de ahí a las locomotoras.
Las aguas empleadas para la producción de vapor contienen, en disolución, sales naturales que han adquirido a lo largo de su paso por los terrenos. Dichas sales pueden estar disueltas o en suspensión. Al evaporarse el agua se concentran estas soluciones salinas más allá del punto de saturación, provocando la formación de depósitos insolubles. Es evidente que, aún con las sales más solubles, si se pasa el punto de saturación se engendran costras duras sobre las paredes calentadas.


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